Otras voces recuperadas: Análisis del poema gauchesco de José Hernández Vs. La novela de Gabriela Cabezón Cámara


Introducción: El siguiente trabajo,  intentará exponer el recorrido de lectura por las diferentes obras que componen el programa[0] de la materia Itinerarios por la Literatura Argentina I. Otorgándole el rigor de estudio académico y vinculándolo al análisis que los mismos requieren. Esto es, la puesta en relación de temáticas fundamentales que atraviesan los textos, la reflexión metalingüística y las cuestiones histórico-sociales en los que los mismos se inscriben. Siempre desde una perspectiva personal y fundamentada en los autores críticos recomendados.


Otras voces recuperadas: Análisis del poema gauchesco Martín Fierro de José Hernández Vs. La novela Las aventuras de la China Iron de Gabriela Cabezón Cámara
Por Rocío Elizabeth Torres*


“Esta gente no sabe que para el criollo
las frases en otro idioma siempre tienen algo de cómico”.
—Adolfo Bioy Casares; Historias de amor

Instalado ya en el periodo de la segunda generación romántica, el poeta político José Hernández  ingresa a la literatura argentina su obra el Martín Fierro que en un tono lúdico y lírico expone los ultrajes a los que fue sometido el “ser nacional” conocido como el gaucho. El autor propone también la construcción simbólica de un ser que no hallaba su lugar en un espacio preciso de  tierra. El gaucho se definía a sí mismo como  un hombre solitario y libre:
“Mi gloria es vivir tan libre
como el pájaro del cielo;
no hago nido en este suelo
ande hay tanto que sufrir,
y naides me ha de seguir
cuando yo remuento el vuelo.”
(Martín Fierro, I,  vv. 95)

En la voz popular del gaucho, Hernández intentará horadar los sentimientos patrióticos del pueblo argentino. Su intención era llegar a todas las esferas sociales y para ello utiliza nada más ni nada menos que un personaje singular que despertaba interés por parte del sector gobernante, sometidos a la participación  de  enfrentamientos en la frontera con los nativos de aquella época. Por supuesto, manipulados para propagar así la desterritorialización de unas tierras desiertas muy codiciadas, no sólo por la aristocracia argentina sino también por los extranjeros, a quiénes después de la llamada “campaña al desierto”, dispuestas por el Gral. Roca, les eran entregados grandes latifundios donde podían instalarse[1]. Es en la voz popular  que aparece la cuestión bárbara, es decir, se retoma la antinomia civilización/ barbarie que pone en evidencia los juegos de intereses políticos. Y  aunque ya exiliado Rosas, se sigue con un proyecto de nación que se basaba en el lema “gobernar es poblar”[2].  Esto quiere decir ‘limpiar’ el territorio argentino que estaba en posesión de los indios.
Con esta breve introducción que nos orienta en la época socio-histórica en que se inscribe la obra de José Hernández podemos entonces avanzar en este apartado, cuya intención es trabajar dos ejes centrales que atraviesan las obras de José Hernández y Gabriela Cabezón Cámara.
La puesta en comparación de estas obras es por oposición y nos interesan dos tópicos como mencionábamos anteriormente. En primer lugar: el uso del lenguaje, la riqueza lingüística que moldeaban la cultura de determinada época Sarmientina[3]. Y en segundo lugar, la cuestión de género, un tema controversial en este lapso de la historia pero que Gabriela Cabezón Cámara se atreve a recuperar.
La figura nacional del gaucho es el exponente del “macho patriarcal”. Un hombre solitario que tenía como principal medio de supervivencia su visión individualista y aguerrida, que se la pasaba en la pulpería entonando versos con una guitarra, y que además no tenía reparo en abandonar a su mujer e hijos.
“Tuve en mi pago en un tiempo
hijos, hacienda y  mujer,
pero empecé a padecer,
me echaron a la frontera
¡y qué iba a hallar al volver!
tan solo hallé la tapera (…)
Mi gala en las pulperías
 era, cuando había más gente,
ponerme medio caliente,
pues cuando puntiao me encuentro
me salen coplas de adentro
como agua de una vertiente”.
 (Martín fierro, III, vv. 290- 305)

El texto postula en el  personaje de  Martin Fierro la voz del habla popular que nos acerca un formato simbólico en que, durante mucho tiempo,  se construyó la figura del ser nacional.  Aunque en la obra de Hernández   existe una voz silenciada en la imagen  de la China, la mujer de Fierro, que solo aparece en acotadas menciones por el gaucho. Es en esa voz silenciada que Gabriela Cabezón Cámara se anima a restituir en su obra Las aventuras de la China Iron. El trabajo de la autora con la intertextualidad es a partir  de la incorporación de esas otras voces, y  trae, además,  en forma de reminiscencias los hechos vividos de la China junto a Martin Fierro. Liliana Viola explica: “Por fin habla la china. Ya estaba siendo la hora de que alguien le otorgara un ayer ilusorio a esta figura femenina que fue ni la cautiva, ni el andel del hogar burgués del siglo XIX. ¿Qué hable la que le cebó mate y le parió los hijos al hombre sojuzgado de la mitología patria cuando ‘el paisano vivía en su ranchito/ tenía sus hijos y su mujer!” (Viola, 2017, p. 1)
En esta obra no es solo la figura femenina la que se lleva los laureles, es el formato del lenguaje que se plasma en la escritura literaria  el que nos abre el corset a la discusión de género. Posiblemente, la intención de la autora era generar desplazamientos, o esos borramientos de fronteras, siempre impuestas desde una cuestión genérica. Y lo hace desde un nuevo lugar de poder, el poder de las palabras instalado a partir de la literatura, ese otro gran espacio que genera discusiones, apoya, vincula, crea.
La historia de la China se inicia a partir de su ‘huida’ que, abandonando  todo (hijos, hogar, incluso a Fierro), se introduce en un mundo hasta entonces desconocido:
“Quién sabe qué intemperie hizo reflejo en Elizabeth. Tal vez la soledad. Tenía dos misiones por delante: rescatar al Gringo y hacerse cargo de la estancia que debía administrar. Le iba a venir bien que la tradujeran, contar con lenguaraz en la carreta. Algo de eso hubo aunque creo que hubo más. Yo recuerdo su mirada ese día: vi la luz en esos ojos, me abrió la puerta al mundo. (…)
Nos subimos con Estreya, nos hizo un lugar en el pescante. (…) Era el comienzo de otra vida, un augurio esplendoroso era. Bañadas así, en esa entraña luminosa, partimos. Ella dijo: ‘England’. Y por ese tiempo para mí esa luz se llamó light y fue Inglaterra”. (Las aventuras de la China Iron; Gabriela Cabezón Cámara)


Por otra parte, el personaje que invita a la China a subirse a la carreta es Elizabeth, una gringa venida de Europa y es la clara representación del progreso[4] que se detentaba en aquella época. Gabriela no solo juega con  la incorporación de un personaje que se dispone a ocupar parte de las tierras argentinas, sino que también propicia un juego lingüístico, una especie de mestizaje de idiomas español/ inglés; pues, es Elizabeth quién introduce a la China a un mundo de nuevos sabores, sensaciones y experiencias verbales. La obra  no solo hace alusión a lo gastronómico y ese mundo nuevo de sabores y sensaciones; sino que plantea la extensión de otra lengua, que da apertura a nuevos  horizontes lingüísticos. Esas diferencias culturales son establecidas a través del lenguaje pero además  crean  un espacio de hibridez entre unos y otros. 
“Esa noche, Liz hizo un guiso con un tatú que cacé y faené y ella cocinó en el mismo caparazón del pobre bicho. Le puso cosas que empecé a conocer; una mezcla de cebollas, ajo y jengibre con clavos de olor, canela, cardamomo, chiles, granos de pimienta, comino y semillas de mostaza. Se hizo el guiso ahí dentro y con Estreya conocimos el picante porque no sólo eran la mente y la piel: la lengua también nos crecía bajo el imperio de Inglaterra”. (Las aventuras de la China Iron; Gabriela Cabezón Cámara)
 En este punto, es importante mencionar que dentro del relato hay otro personaje que aparece y parodia la versión del macho nacional argentino en la figura del gaucho Rosario.  El trato de Rosario para con Elizabeth y la China se contrapone con el del gaucho que propone José Hernández. Otra vez, Gabriela C. Cámara ingresa, en clave de parodia, el desplazamiento del  gaucho patriarcal y presenta en la figura de Rosario un hombre piadoso y sensible.
“Se quedó con nosotras, nos cuidó, lo cuidamos, se rió de mi ropa de varón pero entendió, dijo que a él le parecía bien que me vistiera de varón, que era como llevar un facón, que toda mujer debía llevar uno así como todo hombre lo lleva, supimos que hablaba de su madre y que la hubiera preferido barbuda si con eso se quedaba para siempre viuda y él con ella y no esa bestia; otra caña y Rosario pedía  más inglés para reírse y Elisa, Elizabeth, le cantaba sus canciones o le contaba cuentos y él se divertía como ‘si dos monos bailaran  minúes cabeza abajo’.” (Las aventuras de la China Iron; Gabriela Cabezón Cámara)
La cuestión genérica atraviesa toda  la obra de Gabriela, no solo en el aspecto lingüístico como fuente principal del desplazamiento de los lineamientos siempre determinantes, sino también en el cruce y enfrentamiento de los cuerpos en tanto reconocimiento de la sexualidad, y la  incorporación de otros valores estéticos atribuidos a su cuerpo.  El encuentro con los nativos de la zona de la Pampa -que cabe destacar nos recuerda a las lecturas del Diario de Ulrich Schmidel y su relato sobre el hallazgo de la cultura aborigen en los años del descubrimiento y conquista de América-, esa mezcla de culturas, idiomas y razas  recrean el espacio propicio de una literatura que reivindica el acercamiento entre unos y otros en la voz que en un tiempo permaneció silenciada;  en la voz de un  mundo utópico que nos relata la China.
Por último, es hacia al  final de la  obra que es posible  entrever  la disolución de las líneas de fronteras que promovieron el segmentarismo, ese  borramiento de las estigmatizaciones. La autora  propone  una nueva  mirada  a un  mundo que avanza de otras maneras, con otras ideas pero con una constante… la reivindicación de la voz de la mujer que anuncia los cambios venideros.  
“Hay que vernos, pero no nos van a ver. Sabemos irnos como si nos tragara la nada: imagínese un pueblo que se esfuma, un pueblo del que pueden ver los colores, las casas y los perros y los vestidos y las vacas y los caballos y se va desvaneciendo como un fantasma: pierden definición sus contornos, brillos sus colores, se funde todo con la nube blanca. Así viajamos”.  (Las aventuras de la China Iron; Gabriela Cabezón Cámara)




*Rocío Elizabeth Torres es estudiante de Lengua y Literatura. Actualmente está cursando su tercer año de la carrera en la Esc. Normal Superior Nº 32 "Gral. José de San Martín" de la ciudad de Santa Fe, Argentina.
[0]
 Trabajo presentado con carácter de parcial para la asignatura Itinerarios por la literatura argentina I, de la Escuela Normal Superior "Gral. José de San Martín" Nº 32. Santa Fe. Año 2019.
Las obras que aquí se analizan son  las anunciadas en el título posterior a la introducción, ya que las mismas forman parte de un trabajo más amplio. La intención es compartirlo para su utilidad con fines didácticos; el resto es consignado por la autora Rocío Elizabeth Torres. Si desean el trabajo completo, pueden enviar un correo solicitándolo al siguiente e-mail:  rocioelizabethtorres@gmail.com
[1]
Para ampliar la lectura acerca del periodo histórico y social en que se inscribe la obra de José Hernández, se recomienda leer Manual de literatura argentina (1830- 1930)  de Lucila Pagliai, a partir de la pág. 109.
[2] Lucila Pagliai retoma la noción de ideologema con el que Alberdi sienta las bases para una nación con su lema “gobernar es poblar”. Ver pág. 112 del  Manual de literatura argentina (1830- 1930).
[3]  El formato de lenguaje que utilizó José Hernández, ya fue expuesto en lo mencionado anteriormente en la introducción de este apartado.
[4] Lucia Pagliai expone la idea de tradición y progreso en el ítem 3 denominado “Los gauchescos: el ingreso de la voz popular en la antinomia civilización/ barbarie.” Pág. 127 del Manual de literatura argentina (1830- 1930).







Bibliografía:
-Cabezón Cámara, G. (2017): Las aventuras de la China Iron. Buenos Aires. Argentina: Penguin Random House Grupo Editorial
-Hernández, J. (1965): Martín Fierro. Buenos Aires. Argentina. Editorial Kapelusz
-Pagliai, L. (2005): Manual de Literatura argentina (1830-1930). Buenos Aires. Argentina: Universidad Nacional de Quilmes Editorial
-Viola, L. (2017): Aquí me pongo a contar. Página 12| Suplemento Soy, recuperado en: https://www.pagina12.com.ar/71812-aqui-me-pongo-a-contar

Comentarios

Entradas populares de este blog

Literatura latinoamericana: Discusiones Inestables II

Literatura Latinoamericana: discusiones inestables. Un ensayo...

Refrán - Emma Barrandeguy